Actividades de matemáticas para el viernes 19 de junio.
Multiplicamos y coloreamos.
Actividades de lenguaje para el viernes 19 de junio.
Leemos y comprendemos la fábula.
El mono y la
naranja
Érase una
vez un mono que más que mono parecía una mula de lo terco que era. ¡Ah! ¿que no
te lo crees?… Pues te invito a que descubras hasta qué punto llegaba su
cabezonería y verás que no me falta razón.
Resulta que una mañana, el
susodicho mono se empeñó en pelar una naranja al tiempo que se rascaba la
cabeza porque le picaba muchísimo. Como tenía las dos manos ocupadas en calmar
el insoportable cosquilleo, cogió la naranja con la boca y la dejó caer al
suelo. Acto seguido se agachó y tiró de la cáscara con sus potentes
dientes. Al primer contacto le supo terriblemente amarga y tuvo que
escupir saliva para deshacerse del mal sabor de boca.
– ¡Puaj, qué asco! Esta cáscara
es agria y desagradable… Soy incapaz de morderla porque produce escozor en la
lengua y… ¡y me entran ganas de vomitar!
Después de cavilar unos segundos
tuvo otra idea que le pareció sensacional; consistía poner un pie sobre la
fruta para sujetarla, e ir despegando pequeños trozos de la corteza con una de
las manos.
– ¡Je, je, je! ¡Creo que por fin
he dado en el clavo!
Sin dejar de rascarse con la
izquierda, liberó la derecha y se puso a ello con muchas ganas. El plan no
estaba mal, pero a los pocos segundos tuvo que abandonarlo porque la postura
era terriblemente incómoda y solo apta para contorsionistas profesionales.
– ¡Ay, así tampoco puedo hacerlo,
es imposible! Tendré que probar otra opción si no quiero pasar el resto de mi
vida con dolor de riñones.
¡No le quedaba otra que cambiar
de estrategia! Se sentó en el suelo, cogió la naranja con la mano derecha, la
colocó entre sus rodillas, y continuó retirando la monda mientras seguía rasca
que te rasca con la izquierda. Desgraciadamente esta decisión también fracasó:
¡la naranja se le escurrió entre las patas y empezó a rodar por la hierba como
una pelota! El desastre fue total porque la parte visible de la pulpa se llenó
de tierra y restos de hojas secas.
– ¡Grrr!… Hoy es mi día de mala
suerte, pero no pienso darme por vencido. ¡Voy a comerme esta naranja sí o sí!
¡Ni por esas dejó el mono de
rascarse! Emperrado en hacer las dos cosas al mismo tiempo agarró
la naranja con una mano y la introdujo en el río para quitarle la suciedad. Una
vez lavada puso sus enormes labios de simio sobre el trozo comestible e intentó
succionar el jugo de su interior. De nuevo, las cosas se torcieron: la naranja
estaba tan dura que por mucho que apretó con los cinco dedos no pudo exprimirla
bien.
– ¡¿Pero qué es esto?!… Solo caen
unas gotitas… ¡Estoy hasta las narices!
A esas alturas estaba tan harto
que lanzó la naranja muy lejos y se dejó caer de espaldas sobre la hierba,
completamente deprimido. Mirando al cielo y sin dejar de rascarse, pensó:
– ‘No puede ser que yo, uno
de los animales más desarrollados e inteligentes del planeta, no consiga pelar
una simple naranja’.
Cuando ya lo daba todo por
perdido, un rayo de luz pasó por su mente.
– ¡Claro, ya lo tengo! ¿Y si
dejara de rascarme durante un rato para poder pelar la naranja con las dos
manos?… Tendría que aguantar el picor durante un par de minutos, pero haciendo
un pequeño esfuerzo supongo que podría soportarlo. ¡¿Cómo no se me ha
ocurrido antes una solución tan lógica y elemental?!
Razonar con sensatez le dio buen
resultado. Fue corriendo a por la naranja, la cogió con la mano derecha, volvió
a remojarla en el río para dejarla reluciente, y con la izquierda retiró los
trozos de piel con absoluta facilidad.
– ¡Yupi! ¡Lo he conseguido! ¡Lo
he conseguido!
En un periquete tenía todos los
gajos a la vista; desprendió el primero y lo saboreó con placer.
– ¡Oh, qué delicia, es lo más
rico que he probado en mi vida!… La verdad es que el asunto no era complicado…
¡El complicado era yo!
El mono degustó el apetitoso
manjar procurando disfrutar del momento. Cuando terminó se limpió las manos y
subió a la rama de su árbol favorito ¿sabes para qué?… Pues para
continuar rascándose a gusto con sus diez grandes dedos de primate.
Moraleja: Si
en alguna ocasión tienes que hacer dos tareas lo mejor es que pongas toda la
atención en una, la termines correctamente, y luego realices la otra. De esta
forma evitarás perder el tiempo de manera absurda y te asegurarás de que ambas
salgan bien.
Actividades de inglés.
https://carazonyingles.blogspot.com/2020/06/2a-y-2b-190620.html
Actividades de música.
https://carazonymusica.blogspot.com/2020/06/2a-y-2b-coreografia-con-palillos.html
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